¡Buenos días a todos!
Hoy vengo a contaros algo súper guay que hemos hecho esta semana: ¡nos hemos ido de viaje a Bulgaria y Rumanía!
Aprovechando que teníamos una semana de vacaciones al acabar febrero por ser Springbreak, organizamos un grupo de amigos de la residencia y yo un viaje para conocer un poquito más del mundo. Fue una gozada poder contar con amigos que son de allí y que están viviendo ahora en la resi ya que nos ayudaron a situarnos en la ciudad, nos recomendaron mogollón de sitios y hasta nos facilitaron billetes de metro. Erasmus es una oportunidad increíble para viajar y, desde Bélgica, todavía más; los viajes pueden ser baratísimos si se miran con tiempo y maña.

Volamos desde Charleroi a Sofía y llegamos allí por la noche, así que descansamos y cogimos fuerzas para patearnos al día siguiente de arriba a abajo la ciudad. Me sorprendió gratamente la ciudad de Sofía, es todo muy distinto a lo que estamos acostumbrados a ver en España, pero Bulgaria tiene un encanto natural que me conquistó. La zona antigua es maravillosa, visitamos la ciudad con un tour que nos descubrió monumentos y edificios con cada historia… ¡Me enamoró la catedral de Alejandro Nevski!
Al día siguiente nos fuimos mapa en mano a descubrir rincones mágicos en la ciudad, estuvimos paseando toda la mañana y por la tarde marchamos hacia Rumania. Tuvimos la suerte de que justo los primeros días de marzo se celebra la llegada de la primavera y la ciudad tenía un color especial: miles de puestos de flores y de regalos para la ocasión. Cogimos un autobús nocturno que nos dejaría en Bucarest.
Rumanía es una pasada, no tengo palabras para describirla. Nuestros amigos nos habían advertido de que los paisajes son para quitarte el aliento. Visitamos Bucarest los dos primeros días también con un guía turístico. Quisimos aprovechar la ocasión y nos fuimos a las famosas termas de Bucarest, ¡madre mía! Sin duda ese día pasará a los Anales de la historia. Eso no eran termas, ¡era un hotel de 5 estrellas!
Sin embargo, mi visita favorita fue al castillo de Peles en Sinaia. Había que viajar en tren un par de horillas, pero mereció la pena cada minuto. Aún con todo, nos quedó pendiente visitar las montañas que tanto nos han recomendado nuestros amigos y el castillo de Drácula en Brasov. ¡Habrá que volver!